domingo, 26 de septiembre de 2010

Luz Stella Martinez (Luces) EL LIBRO DEL SILENCIO






El pasado 11 de septiembre asistimos con júbilo al lanzamiento dentro del marco de la Feria del Libro y la Cultura del primer libro de nuestra amiga LUCES. El Libro del Silencio, gratamente sorprendidos por el tema escogido por ella para su primera publicación, nos fue presentado la vivencia que llevó a Luz Stella a esta aventura poética porque como bien ella lo anota "hace mucho tiempo es reconocida como poeta ,mas no había publicado nada todavía" .
En una amena y espontanea conversación entre la autora y el poeta Pedro Arturo Estrada dieron cuenta de cómo nació y se crió este grito sordo donde según la poeta se pretende prestarle su voz poética al silencio y a sus eternos habitantes las personas sordas o carentes de voz,y audición.
Interesante y realmente elocuente de la forma como llegó a la escritora este silencio profundo, ya que gracias a una impecable presentación asumimos que una vez más se confirma que no son los poetas los que eligen ,es la poesía misma quien escoge una voz para ser y hacerse carne y ser escuchada ,fue un encuentro a travéz del y trabajo docente y amoroso con estos jovenes sordos donde Luces prestó su voz de hablante a ellos.
Los oyentes que estuvimos allí conocimos por un espacio de tiempo breve ,pero muy significativo ese mundo inaudible que aún no comprendemos( habia un interprete de señas y un interprete linguistico para las personas sordas que asistieron). que muchas veces ignoramos adrede por nuestra incapacidad o pereza para entender al otro en sus expresiones y diferencias.
Los invito entonces a degustar de esta obra que sin duda alguna tendrá una gran incidencia en el futuro de esta gran amiga como persona y como poeta.


LLUVIA

La lluvia precipita
Contra el asfalto su voz
Sorda me dice
Cómo renuncia

Al caer
Sobre el vacío
Eterno es el viaje
Fugaz su paso





¿QUÉ DIRÁN?

¿Qué dirán de mí la piedra
El tronco del árbol talado
En el que pervive la palabra seca
O la gota de agua suspendida en la hoja qué nombrará,
Cómo la hará el ojo basilisco
Quién en mi se mira antes de morir?

Si mi música secreta es
Pagano soy
Sigo siendo

Acúsame la muerte con su grito





SORDO

Me vine a vivir dentro de una concha
Buscaba el remanso de la ola
El canto de las sirenas

Encontré mi palpitar en sombra
Sonidos sordos
Recurrencia
De un mar cansado
De que nadie lo escuche





ORACION

Creo en la melodía de mis ojos conjugados
En mis manos
En la voz de la campana cuando baila
En la marcha de mi corazón
En el tren abandonado que en él habita
En el trino que imagino en la noches
Cuando siniestros coros no me dejan dormir
En los labios del amigo que se mueven
Como creo en la risa de mi perro

Creo en la poesía que hay en todo aquello
Que habla para mí
En mi voz, oculta para los ciegos, rebelde
Para el oyente

Pero hay cosas en las cuales no tengo fe.
Es el silencio que no nace de la contemplación
Y en la estridente mirada de quien no conoce
Música

viernes, 17 de septiembre de 2010

LEÓN DE GREIFF El MAESTRO





A los 13 panidas

Porque me ven la barba y el pelo y la alta pipa
dicen que soy poeta..., cuando no porque iluso
suelo rimar -en verso de contorno difuso-
mi viaje byroniano por las vegas del Zipa...,

tal un ventripotente agrómena de jipa
a quien por un capricho de su caletre obtuso
se le antoja, fingirse paraísos...! ¡al uso
de alucinado Poe que el alcohol destripa!,

de Baudelaire diabólico, de angelical Verlaine,
de Arthur Rimbaud malévolo, de sensorial Rubén,
y en fin... ¡hasta del Padre Víctor Hugo omniforme...!

¡Y tánta tierra inútil por escasez de músculos!
¡tánta industria novísima! ¡tánto almacén enorme...!
Pero es tan bello ver fugarse los crepúsculos...
(1916)

Balada de los Búhos estáticos
A mis hermanos los búhos
como una santa palabra,
como un confuso diseño,
esta balada macabra.
ENVÍO

I
La luna estaba lela
y los búhos decían la trova paralela!
La luna estaba lela,
lela,
en el lelo jardín del aquelarre.

Y los búhos decían su trova,
y arre, arre,
decían a su escoba
las brujas del aquelarre...

En el jardín los árboles eran rectos, retóricos,
las avenidas rectas, los estanques retóricos...
retóricos,
y en fila los búhos, rectos, retóricos, retóricos...

Y allí nada se vía irregular:
los bancales de forma regular
-cuadrados, cuadrados-
las regulares platabandas,
los árboles endomingados
geométricamente, conos dados...
todo perfecto, exacto, regular.

Y eran las sombras semejantes,
y los perfumes semejantes,
y los aromas semejantes,
y, en medio de todo, los búhos
decían idénticos dúos
semejantes,
los idénticos búhos!

Oh jardín de mis sueños neuróticos
donde ensueñan cerebros caóticos
ensoñares macabros, exóticos!

Y los búhos tejían la trova paralela,
y la luna estaba lela,
y en la avenida paralela
las brujas del aquelarre
torvas decían: ¡arre! ¡arre!
escoba, ¡escoba del aquelarre!

II
La luna estaba lela
y los búhos decían la trova paralela.
-El padre de los búhos era un búho sofista
que interrogó a los otros al modo modernista:
los búhos contestaron, contestaron la lista...-

Y eran seis bellos búhos plantados en la rala
copa de un chopo calvo. Y el pintor agita el ala
y al instante se inicia la trova paralela,
trova unánime y sorda, extraña cantinela
que coloquian los búhos ordenados en fila.

El búho más lejano su voz de flauta hila...
El que sigue canta como un piano de cola,
un otro es la trompeta, y entre la batahola
se acentúa el violín y todo el coro ulula
la macabra canción que el conjunto regula.

La luna sigue lela,
lela,
y sigue la trova paralela...

III
Ya se ha ido la luna.
Ya los búhos cesaron la trova inoportuna:
el jardín ha nacido con el alba radiosa;
el estanque palpita -nada, nada reposa.
Los niños triscan, triscan por el jardín florido,
y las aves ensayan su arrullo desde el nido!

Los estáticos búhos huyeron de la extraña
lumbre del sol que todo lo falsifica y daña.
Los estáticos búhos huyeron, y en su hueco,
-oculto entre las ramas del chopo calvo y seco-
aguardan el exilio del sol que adula y finge,
que ilusiona y que irisa, y aguardan que la esfinge
-la muda y desolada y la fría-, la luna,
se venga con la noche, se venga lela, lela,
para decir de nuevo la trova paralela!

A mis hermanos los búhos
como una santa palabra,
como un confuso diseño,
esta balada macabra.
ENVÍO
Año de 1914, Medellín, Colombia.


Balada de la fórmula definitiva y paradojal

A Tisaza y Jovica;
locos también

I
Necias disquisiciones de fastidiosa ética:
mi cabeza, la ilusa, anda muy mal de juicio...
(¡peor la flaca bolsa, de irónica aritmética...!)
Le pregunté a la Esfinge que tengo a mi servicio:
-oh, ¿cuál será la fórmula de virtud o de vicio,
que rija mis futuros?- y los abstrusos senos
musitaron unánimes, en tono profético:
todo no vale nada, si el resto vale menos...!

II
Eblís llévese entonces la ilusión que acaricio,
me dije, seducido por frase tan sintética;
acudí, sin embargo, a otro dios más propicio:
al Buda que reniega la física kinética...
Pendía de sus labios de palidez ascética
y preso oí del verbo los indecibles trenos,
la turbia paradoja de recia apologética:
todo no vale nada si el resto vale menos!

III
Pero no satisfecho de esa sentencia herética
(tan absurda a las fibras de mi amante edificio),
fui tras otras palabras de más suave fonética,
que curasen mi trágico padecer adventicio.
Ninguna, nó, ninguna, dio con el artificio
de ese bálsamo amable de perfumes amenos!
Todas fueron acordes cantando el epinicio:
todo no vale nada, si el resto vale menos!

ENVÍO
¿A cuál? ¿A quién?: ¡al cínico señor del Maleficio,
al misterioso búho de alma peripatética!
Singlaremos entonces con rumbo al precipicio,
con rumbo al precipicio y a la nada hipotética,
pero iremos impávidos, ecuánimes, serenos,
diciendo la parábola desdeñosa y estética:
todo no vale nada, si el resto vale menos!
(1918)

León de Greiff. Nació en Medellín el 22 de julio de 1895. En 1914 viaja a Bogotá y luego en 1915, funda en Medellín la Revista Panida. Miembro de la Comisión encargada de repatriar las cenizas del poeta colombiano Porfirio Barba Jacob. En 1964, el rey de Suecia le confiere la condecoración de la Estrella del Norte, en el grado de Caballero. En 1968 asiste al Congreso de la Cultura celebrado en La Habana (Cuba) y es jurado en el premio de Poesía del concurso Casa de las Américas. La Universidad del Valle le confiere el título académico de doctor Honoris Causa en Letras, en 1975. Muere en la madrugada del domingo 11 de junio, en Bogotá, en 1976.

domingo, 12 de septiembre de 2010

GABRIEL JAIME FRANCO Ayer y Hoy





GABRIEL JAIME FRANCO
Una Voz Encantadora




II
Porque yo he visto que no hienden los poetas
El aire negro del tiempo
¡La corrección, las buenas maneras,
la nostalgia,
las guías para viajeros
con sus palabras cromadas ¡

(Estos hombres deben tener un secreto
Inviolable y feliz,
entonces esperan… con sus canciones melífluas
y su escoba de barrer la casa,
con sus frases de cera, su nostalgia de barriada
y sus poemas en los cuales no deja de sonar el pescado
frito en la cocina…)

“No creo en los lenguajes de la pasión”

Ahora me da en pensar un arco iris en las sombras,
Una palabra incendiada
danzando en los techos de la ciudad,
Un volcán de espuma invadiendo
la comarca inútil de los muertos.
¡Y una babosa negra recorriendo
los pulcros muros de la lírica:
Mi palabra, mi odioso balbuceo!





PARA DIBUJAR LAS LINEAS DEL TIEMPO

PARA LILIANA R

Inundar tu cuerpo del más antiguo vino, la embriaguez más alta;
Recorrerte con la misma fruición con que recorrí mis deseos de infancia,
Y al lado de tu tibia playa descorrer el velo de tus sueños, los tigres
que riñen allá dentro.

(El horizonte más lejano lo tienen en sus manos los guerreros, los
Trapecistas de la muerte, los que saltan por las colinas más álgidas del
miedo).

Dibujar entonces los trazos de la noche! Poblar los valles de tu vientre,
con mi boca los pliegues de tu piel templada!

(Es en las escaleras del ensueño donde se preña el tiempo venidero y
crecen las aldeas que no están devastadas por el hambre. Pero cuidado:
los fabricantes de países de cartón han tendido ya su trampa florida
o apuntan sus armas a los corazones llagados).

Entrará ahora en ti mi barco incontenible, prepara tu negra dársena,
abre los brazos de tu bahía blanca, bebe el vino más antiguo, la embria-
guez más alta.


POEMA PARA DILUIR EL DIA

PARA GUILLERMO AREIZA

A veces uno quisiera despertar en las mañanas
Con el corazón a punto de abrirse
Como el botón cansado de una rosa
Y empezar a recorrer el tiempo sencilla,
Simplemente,
Y saludar a madre en su cuarto
Con la misma risa ingenua de dos nuevos amantes.

A veces a uno le gustaría creer que la metáfora
Es un invento lúdico
Sentir corrientes cristalinas por las venas
Quisiera convencerse a sí mismo a veces
Que la vida es simplemente
O que es simplemente un cafecito caliente
Y un cigarrillo.

Y hasta visitar la muerte con humidad,
Las manos callosas,
El rostro curtido.

Uno quisiera creer que la vida es el sueño
De alguien que agoniza
Y que su agonía es larga,
Muy larga.
Pero esta tristeza de amores perdidos,
Este gusto a arena seca en la boca
Cuando se está aferrado a la varilla
Caliente y sudorosa de un bus,
Esta certeza de que nos estamos muriendo
Irremediablemente y nadie se da cuenta,
Nadie parece advertirlo
Mientras el café se enfría sobre la mesa
Y la ceniza del cigarrillo se desploma
Suavemente en el cenicero.



De Poetas en Abril


VI

Hablas de una ciudad miserable
habitada por hombres de corazón de plumas
a los que ya el cansancio señaló
el sendero de los esperadores de piedra:
el espíritu en una ciudad inexistente,
el cuerpo, silencioso, en el dédalo
de polen de hierro.

“La Capital del Dolor” , dices,
de un país de alas ensangradas
en un continente hendido,
herido a quemarropa” .

Pero no vuelvas tu ansiedad
a las catedrales de cobre
ni al raido patio de tu infancia.

Escucha el eco de los niños muertos.





VII

No es el morir, amor,
la vasta red que se opone
a un deseo de alas anónimas.
Es el crimen.
El ojo oscuro del fusil
en el cuello ingenuo del amigo,
el puñal que vence
sobre el cuerpo del amante
en que aún palpita la última caricia
el deseo en un laberinto de gasas y pasillos,
la sorda voz de una fauna de muerte
en la boca del niño que ríe entre excrementos.

Amor, que el miedo
No nos exima del acto.



http://www.festivaldepoesiademedellin.org/pub.php/en/Revista/ultimas_ediciones/70/franco.html



Puesto que se es un hombre
no se es grande.
Mas es haber venido aquí tan grande,
que haber creído ser un día
es haber sido.
Ahora hago en verdad esto o aquello,
mas no entiendo muy bien
por qué no soy un hombre que embetuna o hace fila,
quien ofrece cursos de ingles o enciclopedias,
algo así,
porqué no sería yo quien ora,
quien ahora muere,
quien intenta ser en esto
o en esto
o en aquello
Porqué sólo soy quien se pregunta,
quien se deshalla y se descentra,
sólo quien intenta no sabe muy bien qué.
Por qué soy al fin quien soy, si fuera.
Mas fue creer haber sido tan grande,
que sólo haberlo creído es haber sido.



II
Toda poética excluye e
intenta
construir su onanista paraíso.
Lo que mis ojos no vieron
lo vieron otros ojos.
Donde mi corazón no estuvo
otro se exaltó de dicha o de dolor.
Toda poética se ciega a sí misma,
despedaza su sextante,
a sí se siega.
De donde no extrajo nada
mi razón ofuscada por su obsesión de soles,
otro trajo su porción de luz.
Toda poética construye su casa
con ladrillos que también son míos.
Por qué entonces hacerla sin ventanas?
Lo que no alcancé a soñar otros lo soñaron,
y mi pasión no fue más alta ni más baja,
sino tan sólo mi pasión.
Toda poética es orín de perro,
límite,
miedo de ser lo que ya se era.
De donde no penetró mi ojo limitado otros trajeron su fulguración, su chispa.
Allí donde no pensara otros pensaron.
Un alguien que algo supo a mí me hizo saber.
Yo nunca miré solo. Yo nunca miré solo
Cuando tu muerte se te acerque
no veras sino
tu ojo,
tu ojo,
tu ojo.



III
Un nombre propio ofende.
Pienso un rostro, y ese rostro
ya no será más si lo nombro.
Toda precisión excluye,
taxa.
Mas la poesía es como niebla,
visible y viva,
lenta y móvil,
anónima e inaprehensible.
Pero la palabra hombre evoca:
Por eso un poco ahora sé cuánto me llamo Josefina,
Roberto y Luis Arturo,
cuánto ahora estoy diciendo y en otra parte sí,
don Francisco, cómo le parece,
cuánto ahora
pateo una piedrita en una calle de Skopje
cuánto estoy ahora
acodado en un pequeño balcón de Porto,
y cuánto ahora nada digo,
si dijera,
pues se dice o no se dice.
Nombrar es un accidente, si se nombra.
Esta es una silla y es ésta la piedrita,
don Francisco, cómo le parece.
En algún sitio alguien nombra,
reduce.




IV
¿Hablé un día?
¿Pronuncié palabras hiladas de tal modo que aquellos que viajaban conmigo volvieran los ojos, aguzaran sus oídos?
Que, al menos, se dijeran entre sí: «¿Entiendes lo que dice? ¿De qué sueño, de qué universo nos habla con palabras que también son nuestras?»
Nada. Nadie. Ninguno volvió sus ojos.
¡Y yo volví los míos sobre mi corazón de bruto, hacia mi sangre animal viva y cálida en su torrente vivo!
Bruto entre los brutos, pero con un ojo alerta, tampoco era nuevo mi corazón, ni más elocuente que la hoja muerta reposada de humedad entre el mantillo, donando su pequeña porción de luz, su delgada nervadura que volvía al torrente lento de la savia.
Una voz había allí, lo supe, bajo su magnífica humildad abandonada al flujo de lo vivo.
Y yo leí sobre la hoja y su tenue cedazo de nervios la alta metáfora de lo viviente.
Nunca tuve voz, también lo supe. Sólo palabras. Y oídos, maravillosos oídos para el eco.
Y la hoja muerta me conduce a la certeza de una soledad irremediable, pues yo no tengo voz para decirte todo aquello que en mí se mueve como una savia muda.




VIII
Soy este hombre.
O aquel. Sí: yo es otro. Soy un chino, un canario, un irlandés.
Yo es otro. Cualquiera. Hasta el rostro es el mismo, si se mira bien.
Es mío el miedo de un hombre. Cualquiera. Me he puesto su pijama, esta noche. Me pondré su mujer.
Miedo de sí. De ser esto o lo otro. De ser arrastrado por las aguas. De no ser arrastrado y tener entonces tiempo para mí y mirarme en mi espejo.
Soy un chino, un canario, un irlandés. Y tengo miedo.
Quizás trice el espejo cuando me detenga.
Cruzaré por la visión del milagro de lo vivo como un pequeño astro que se acerca a un hueco negro:
seré un chino, un canario o un irlandés
bajo la tierra memorable.




Gabriel Jaime Franco nació en Medellín en 1956. Miembro del consejo de redacción de la revista Prometeo y del equipo organizador del Festival Internacional de Poesía de Medellín. Ha publicado los libros En la Ruta del Día (1989), La Tierra de la Sal y Reaprendizaje del Alfabeto (Premio nacional de poesía Fuego en las Palabras, en 1997). Ha sido incluido en las antologías Cinco poetas Jóvenes, Disidencia del Limbo, Conozcámonos Mejor (Brasil-Colombia), Postal de fin de siglo y Quién es Quién en la Poesía Colombiana.

domingo, 5 de septiembre de 2010

OSCAR WILDE Sublime





BALADA DE LA CÁRCEL DE READING (fragmento)

IN MEMORIAM
CARLOS T. WOOLDRIGDE

1

Ya no llevaba su guerrera roja,
pues la sangre y el vino rojos son,
y sangre y vino había reteñìan sus manos
cuando a èl con la muerta se le hallò,
con la mìsera muerta que èl amara
y a la que èl en su lecho asesinò.

El Caminaba entre los condenados
con su traje gris viejo y raìdo
y una gorro de dril en la cabeza.
su paso alegre y àgil parecía,
pero jamàs vì a un hombre mirara
con tan ávido afàn la luz del día.

Jamàs he visto a un hombre que mirara
con tan àvidos ojos esa tienda
diminuta y azul que los penados
en su cautividad llaman "el cielo,"
y esas nubes movidas por el viento
con sus velas de mar,color de argento.

Y caminaba yo con otras almas
en pena y en òrbita distinta,
y yo me preguntaba si el pecado
de aquel hombre serìa pequeño o grande,
cuando una voz atràs me dijo quedo:
"el preso que està allì serà colgado"

¡Ah Cristo querido !. Los mismos muros
del penal parecìa que tambalearan!
volviose un casco de candente acero
el cielo azul sobre nuestras cabezas,
y aunque yo era tambièn un alma triste
ya no pude sentir mi propia pena.

Sòlo pude saber què pensamiento
obsesional precipitò su paso,
y porque contemplaba con pupilas
tan àvidas luz del claro dìa .
Ese hombre habìa matado lo que amaba
y tenìa que morir por esa causa !
*
Sin embargo,_ y escùchenlo bien todos !_
siempre los hombres matan lo que aman !
con miradas de odio matan unos,
con palabra de amor los otros matan,
el cobarde asesina con un beso
y el hombre de valor con una espada !

Unos matan su amor cuando son jóvenes,
otros,matan su amor cuando son viejos,
con las manos del oro matànlo unos
con manos de lujuria otros lo axfixian,
y los màs compasivos con puñales
pues los muertos pronto se enfrìan.

Algunos aman demasiado corto,
algunos aman demasiado largo;
unos venden amor y otros lo compran,
èstos aman vertiendo muchas làgrimas
sin un leve suspiro aman aquèllos,
porque cada hombre mata lo que ama
aunque no tenga que sufrir por ello!
*
No muere de una muerte vergonzosa
un torvo día de desgracia oscura,
ni tiene un nudo al rededor del cuello,
ni su pàlida faz un paño cubre,
ni los dos pies para agarrar el piso
estira en el instante que màs sufre.

no se sienta con hombres silenciosos
que atentos lo custodian noche y dìa,
que vigilan su llanto cuando llora
y cuando va rezar sus oraciones,
y hasta el ùltimo instante lo vigilan
por miedo de que èl mismo pretendiese
robarle su botìn alas prisiones .

No se despierta al alba a ver figuras
horribles que en su cuarto se amontonan
ni el capellàn , de blanco y tembloroso
ni el alguacil que està severo y torvo
ni al jefe del penal todo vestido
con una tela de un color negro brillante,
y en su rostro la cara el Destino.

El ya no se levanta con piadosa
ligereza a vestirse de convicto;
en tanto un doctor ruin y mal hablado
anota sus nervios los latidos,
apretando un reloj entre los dedos
cuyo tic- tac pequeño es parecido
a los golpes que da un martillo horrendo.

El no siente esa sed cruel y enfermante
que abrasa la garganta de la vìctima
antes que el vedugo con sus guantes
de jardinero por la puerta salga
para amarralo ya con tres correas,
a fin de que su càlida garganta
el ardor de la sed ya si nunca sienta.

No inclina la cabeza fatigada
para oìr el Oficio de Difuntos,
ni la inclina tampoco cuando su alma
le dice a solas que no ha muerto aùn,
ni cuando yendo ya para el pàtibulo
se encuentra en el camino su ataùd.

El ya no mira atentamente el aire
por un pequeño techo de cristal;
con sus labios de arena ya no reza
a fin de su agonìa apresurar ,
ni en sus mejillas temblorosas siente
el beso tacituno de Caifàs.

*

*



yet each man kills the thing he loves,
by each let this be heard,
some do hit with a bitter look,
Some with a flatttering word.
The coward does it with a kiss,
The brave man with a sword!


Some kill their love they are young ,
and some when they are old;
some strangle with the hands of lust,
some with the hands of gold .
the kindestt use a knife because
the dead so soon grow cold.

Some love too little,some too long,
some sell and others buy;
Some do the deed with many tears,
and some without a sigh:
For each man kills the thing he loves,
yet each man does not die.




for you

Noches de Cartagena