miércoles, 23 de septiembre de 2009

V

Pero la coqueta que cuando la sirena de la fábrica
se junta ya en las rompeduras del espejo
los trozos del rostro que ha de tener un día/
y las muchachas taciturnas agrimensoras de la plaza
que re-resucitan cada tarde vestidos con encajes
de cuando no tenían aún caderas persuasivas y sentimentales
para dar lentas vueltas por acaso el destino /
y las viejecitas gemelas que sacan a asolearse el ataúd
fraternal deuda a plazos para que la madera /
yla vecina invitada a comer y es posible a reírse
que busca entre facturas de cuando fue al puerto como a un hotel
de adulterio
y botones de hombre que jamás volverán a entrar en sus ojales
y la dentadura que no le ha servido para nada últimamente/
y la joven enviudecida que espera sin ganas en la puerta
en lugar del regreso imposible quién sabe otras llegadas/
¿son sólo residuos de mujer que el tiempo fue dejando
demasiado atareado con otras tal vez olvidadizo?

no sé
pero aguantan con su leche mala no se lamentan no se van no se

suicidan
me digo que quizas tuvieron pereza de morirse.

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