martes, 8 de junio de 2010
ROBINSON QUINTERO OSSA
Vigilia
El hermano yace del otro lado de la cama
Es alta noche y con la luz
apagada
hablamos mientras llega el sueño
La madre ha puesto en orden las cosas
que debemos compartir
Cobijas almohadas las cortinas
descorridas
No las inquietudes que la edad apura
en nuestras cabezas
Uno de los dos dejará la casa
¿Cuál primero?
Esta noche descansa del otro lado
de la cama
ceñidos los dos por la misma sábana
calentados por la misma manta
desvelados bajo el mismo techo
Ya crecimos Es preferible envejecer
por separado
lo más distantes posible
Uno de los dos dejará la casa
Tal vez pronto
Siento cómo cede su sien en la almohada
su cara medio oculta por la cobija
el sueño satisfecho de sombra
tras sus párpados
No tiene su frente el orificio frío
del disparo
que un asesino alojó en su centro
Duerme con los sesos intactos
y la piel limpia de asperezas
No tengo yo mi frente precavida
y tensa
por tantas despedidas
ni mis labios sin palabras
cansados de rogar
lejos de casa
Tentación
La tía se muestra desnuda en el baño
por la puerta dejada entreabierta
Se muestra y yo no debería permanecer
ante la entrada
espiándola
Pero en el chorro las nalgas de la tía brillan
en un extremo de lo blanco
mientras las mece
ceñida al agua
Por los corredores de la casa merodea
Alguien
-Tal vez me sorprenda
Pero en el baño la tía insiste
descubriendo
en su entrepierna
el vello
¿Qué intenta? ¿Qué persigue?
¿Por qué hace como quien no
está atenta
como quien no se exhibe?
De improviso me apunta con sus ojos
Confirma de prisa que sigo
tras la puerta
arriesgándome
Una sonrisa ilumina su rostro
Invocación
¿Qué cosa eres
Dios
cuando digo Si Dios quiere?
¿Qué eres en lo venidero
de qué manera asistes
Hombre que pasa de largo
El hombre que pasa y es sólo una mirada
¿de qué lugar viene
qué amigos frecuenta
por cuántos hijos ríe
de cuántos muertos vuelve?
El hombre que pasa y es sólo un gesto
¿qué oficio desempeña
qué moral defiende
a qué edad marcha en este intrincado camino
de mañana?
Yo lo veo seguir sin saludarme
sin despedirse
confundiéndose entre la gente después de ser yo
para él
lo mismo:
el hombre que pasa y es sólo una mirada
Invocación
¿Qué cosa eres
Dios
cuando digo Si Dios quiere?
¿Qué eres en lo venidero
de qué manera asistes
qué trama urdes?
Cuando te invoco
¿a qué entrego mi confianza
y encomiendo mi necesidad
para que sea el futuro propicio?
Eres todo
y eres nada para que de nuevo te vuelvas necesario
Los que nos persignamos en mitad del abatimiento
en la amargura de nuestros días indefensos
desde donde a veces llamamos sin que nos contesten.
Gonzalo Rojas
Perdí mi juventud en los burdeles..
Perdí mi juventud en los burdeles
pero no te he perdido
ni un instante, mi bestia,
máquina del placer, mi pobre novia
reventada en el baile.
Me acostaba contigo,
mordía tus pezones furibundo,
me ahogaba en tu perfume cada noche,
y al alba te miraba
dormida en la marea de la alcoba,
dura como una roca en la tormenta.
Pasábamos por ti como las olas
todos los que te amábamos. Dormíamos
con tu cuerpo sagrado.
Salíamos de ti paridos nuevamente
por el placer, al mundo.
Perdí mi juventud en los burdeles,
pero daría mi alma
por besarte a la luz de los espejos
de aquel salón, sepulcro de la carne,
el cigarro y el vino.
Allí, bella entre todas,
reinabas para mí sobre las nubes
de la miseria.
A torrentes tus ojos despedían
rayos verdes y azules. A torrentes
tu corazón salía hasta tus labios,
latía largamente por tu cuerpo,
por tus piernas hermosas
y goteaba en el pozo de tu boca profunda.
Después de la taberna,
a tientas por la escala,
maldiciendo la luz del nuevo día,
demonio a los veinte años,
entré al salón esa mañana negra.
Y se me heló la sangre al verte muda,
rodeada por las otras,
mudos los instrumentos y las sillas,
y la alfombra de felpa, y los espejos
copiaban en vano tu hermosura.
Un coro de rameras te velaba
de rodillas, oh hermosa
llama de mi placer, y hasta diez velas
honraban con su llanto el sacrificio,
y allí donde bailaste
desnuda para mí, todo era olor
a muerte.
No he podido saciarme nunca en nadie,
porque yo iba subiendo, devorado
por el deseo oscuro de tu cuerpo
cuando te hallé acostada boca arriba,
y me dejaste frío en lo caliente,
y te perdí, y no pude
nacer de ti otra vez, y ya no pude
sino bajar terriblemente solo
a buscar mi cabeza por el mundo.
¿Qué se ama cuando se ama?
¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: ¿amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?
Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esaúnica que me diste en el viejo paraíso.
Mnemosyné
3 meses entré en la mujer aérea, en un servicio
gozoso, carta a carta, 3
la olfateé desnuda en cada pétalo contra
los motores, me envicié
de aceite, compuse palomas
palpitantes en loor
de un ritmo blanco encima
de los diez mil hasta la asfixia-crucero y
dos pezones, ya se sabe: gran rapto
por Júpiter, de un Heathcliff
ya viejo, de una Catherine
a media lozanía,
de qué,
de quién, de cuál hermosura,
tres
que no sé meses de qué la bese, la entré
tartamudeante, la anduve, me hice tobillo
de sus tobillos todo Buenos Aires.
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