INVITACIÓN
Ven a abrir las puertas de mi infancia.
Calma el estrépito de la tempestad
Alzada sobre las palmeras.
Aparta el grito feraz
Bajo la noche cuajada de relámpagos.
Cruza el río abyecto,
Aunque sé que puedes naufragar de paso.
Acércate a la orilla.
Si una flor encuentras,
Alta,
Inconcebible,
Ven a mirar los canales del viento
Entre la espiga.
A LOS TRES AÑOS
A los tres años de edad
Puedes probar la rupia
En la hechura del leño
Luego verás caer la tarde
En tus alforjas
Viajeras
Allá arriba una mujer despatarrada
Ve pasar el cerco donde yaces
Puedes pedir un deseo
Puedes acoger el viento en el cuenco
De tus manos
Y lanzarlo al vacío
O sentirte único en ese deambular
Donde la gira es y no es
El paraíso que se esconde
A los tres años de edad
Puedes reconstruir las calles de tu ciudad
Bajo el arco de tu pie saludable
Cualquier cosa puedes hacer
Cualquier hazaña vale lo que pesa
Cualquier reino será siempre tuyo
Porque a los tres años de edad
Sólo existe el mundo para ser inventado
Y tú eres el artífice
ZUMO
El zumo de mandarina
Explota sobre las papilas.
Los guijarros vencidos
Abren paso a la delicia.
Subir al mandarino
Cuando todo sobrevendrá,
Inclusive cuando ninguna otra cosa
Será más deseada.
Porque nada podrá ser pedido
Sin este sacrificio.
Entonces llegará el índigo
Y el olor a guanábana.
También vendrá mi padre
Con sus manos callosas.
Aun así es como si tuviera estrellas
Sobre la piel,
Como si una galaxia asaltara su brazo.
Diría, para liquidar este cuento,
Algo de superar el tunal
A una distancia prudente del atardecer.
Masticar la pulpa con dientecillos de fiera,
Como nadie,
Como si fuera la única cosa digna de seguir,
Como si allá lejos lo demás importara un pobre rábano.
AMARGO PRECIO
Caro precio nacer en esta tierra
A uno lo colocan de patitas arriba
Le dan golpes
Lo secan con una tela áspera
Lo ponen a depender de un pezón
Lo arrullan
Lo duermen
Lo alzan como si uno fuera una liebre
Un fajo de zanahorias
Un kilo de cosméticos
Un perro bebé
O la tontería más grande de la casa
A uno no le tocan a Wagner ni a Beethoven
Ni le dan la casa por edredón
Ni le exponen las últimas teorías
sobre los agujeros blancos
La casa
Por supuesto
Es un infierno
A uno
Simplemente
No le permiten hacer su propio Big bang
Como quisiera
Ni siquiera le hacen saber qué padres tiene
Ignora uno si el progenitor ha matado a alguien
Si es general de siete suelas
O un mal gobernante de sus hijos
Tampoco le es dado opinar
Sobre los atropellos del mundo
Si tal licencia obrara
Uno podría orinar la cara
De semejante padre
Poposear a la primera dama
O sea a la propia madre
Chillar con los recién nacidos de Irak
De Palestina o el Congo
O rechazar el consabido pezón
Y gritar a cuatro vientos
Alto ahí
No más
No sean ridículos
Caro precio nacer en esta tierra
Porque a uno no lo dejan hacer su propio Big bang
Como quisiera
LA M
La m supera todos los límites de la l y de la n
No desconoce lagos ni nenúfares
Baja y sube su patica metódica
Cada vez que lobos neurasténicos aúllan
Dícese de la m manantial de manos
Nutriendo locuras masivas
No prefiere lejanías o neones
Apartados de mareas miríficas
Modifica misiones legionarias
Mayores a la ley
Lo saben la l y la n más y más
La m mantiene su linaje
La m presume de locuaz
Y nunca niega el nosocomio
Marcha sin lamentos ni lastres nauseabundos
Mantiene nominalmente locos a los necios
La m no mata a la nación
La m nunca duerme
SILENCIO
Una mariposa traslada su arsenal de colores
A una rama en forma de muchacha.
Un perro se pregunta
Si alguna vez fue gato.
Un hombre dibuja una flor.
Una mujer moldea un elefante de yeso.
Un anciano juega a las cartas y añora su pasado.
Una doncella contempla la fotografía
Del futuro exesposo
Que pronto irá a la guerra.
Un científico arma y desarma la máquina del tiempo.
Un beisbolista golpea el suelo con su planeta de goma.
Cierta ave jirafa
Ridiculiza al leopardo que mira
Sin saber por qué
La estepa solitaria.
Un niño los está soñando. josé Martínez Sánchez
Ven a abrir las puertas de mi infancia.
Calma el estrépito de la tempestad
Alzada sobre las palmeras.
Aparta el grito feraz
Bajo la noche cuajada de relámpagos.
Cruza el río abyecto,
Aunque sé que puedes naufragar de paso.
Acércate a la orilla.
Si una flor encuentras,
Alta,
Inconcebible,
Ven a mirar los canales del viento
Entre la espiga.
A LOS TRES AÑOS
A los tres años de edad
Puedes probar la rupia
En la hechura del leño
Luego verás caer la tarde
En tus alforjas
Viajeras
Allá arriba una mujer despatarrada
Ve pasar el cerco donde yaces
Puedes pedir un deseo
Puedes acoger el viento en el cuenco
De tus manos
Y lanzarlo al vacío
O sentirte único en ese deambular
Donde la gira es y no es
El paraíso que se esconde
A los tres años de edad
Puedes reconstruir las calles de tu ciudad
Bajo el arco de tu pie saludable
Cualquier cosa puedes hacer
Cualquier hazaña vale lo que pesa
Cualquier reino será siempre tuyo
Porque a los tres años de edad
Sólo existe el mundo para ser inventado
Y tú eres el artífice
ZUMO
El zumo de mandarina
Explota sobre las papilas.
Los guijarros vencidos
Abren paso a la delicia.
Subir al mandarino
Cuando todo sobrevendrá,
Inclusive cuando ninguna otra cosa
Será más deseada.
Porque nada podrá ser pedido
Sin este sacrificio.
Entonces llegará el índigo
Y el olor a guanábana.
También vendrá mi padre
Con sus manos callosas.
Aun así es como si tuviera estrellas
Sobre la piel,
Como si una galaxia asaltara su brazo.
Diría, para liquidar este cuento,
Algo de superar el tunal
A una distancia prudente del atardecer.
Masticar la pulpa con dientecillos de fiera,
Como nadie,
Como si fuera la única cosa digna de seguir,
Como si allá lejos lo demás importara un pobre rábano.
AMARGO PRECIO
Caro precio nacer en esta tierra
A uno lo colocan de patitas arriba
Le dan golpes
Lo secan con una tela áspera
Lo ponen a depender de un pezón
Lo arrullan
Lo duermen
Lo alzan como si uno fuera una liebre
Un fajo de zanahorias
Un kilo de cosméticos
Un perro bebé
O la tontería más grande de la casa
A uno no le tocan a Wagner ni a Beethoven
Ni le dan la casa por edredón
Ni le exponen las últimas teorías
sobre los agujeros blancos
La casa
Por supuesto
Es un infierno
A uno
Simplemente
No le permiten hacer su propio Big bang
Como quisiera
Ni siquiera le hacen saber qué padres tiene
Ignora uno si el progenitor ha matado a alguien
Si es general de siete suelas
O un mal gobernante de sus hijos
Tampoco le es dado opinar
Sobre los atropellos del mundo
Si tal licencia obrara
Uno podría orinar la cara
De semejante padre
Poposear a la primera dama
O sea a la propia madre
Chillar con los recién nacidos de Irak
De Palestina o el Congo
O rechazar el consabido pezón
Y gritar a cuatro vientos
Alto ahí
No más
No sean ridículos
Caro precio nacer en esta tierra
Porque a uno no lo dejan hacer su propio Big bang
Como quisiera
LA M
La m supera todos los límites de la l y de la n
No desconoce lagos ni nenúfares
Baja y sube su patica metódica
Cada vez que lobos neurasténicos aúllan
Dícese de la m manantial de manos
Nutriendo locuras masivas
No prefiere lejanías o neones
Apartados de mareas miríficas
Modifica misiones legionarias
Mayores a la ley
Lo saben la l y la n más y más
La m mantiene su linaje
La m presume de locuaz
Y nunca niega el nosocomio
Marcha sin lamentos ni lastres nauseabundos
Mantiene nominalmente locos a los necios
La m no mata a la nación
La m nunca duerme
SILENCIO
Una mariposa traslada su arsenal de colores
A una rama en forma de muchacha.
Un perro se pregunta
Si alguna vez fue gato.
Un hombre dibuja una flor.
Una mujer moldea un elefante de yeso.
Un anciano juega a las cartas y añora su pasado.
Una doncella contempla la fotografía
Del futuro exesposo
Que pronto irá a la guerra.
Un científico arma y desarma la máquina del tiempo.
Un beisbolista golpea el suelo con su planeta de goma.
Cierta ave jirafa
Ridiculiza al leopardo que mira
Sin saber por qué
La estepa solitaria.
Un niño los está soñando. josé Martínez Sánchez